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La edad de la ira, la novela en la mesilla del triple crimen de Elche

El libro de Nando López sobre un parricidio entró en el programa del niño que asesinó a sus padres y su hermano.

El hilo que lleva desde los referentes artísticos hasta las conductas violentas es un asunto delicado que aparece y reaparece desde que existe la cultura popular: de los suicidios de los lectores de Goethe hasta las palizas de los niños que han visto El juego del calamar; de los émulos de La naranja mecánica hasta aquel admirador de Joker que entró armado en el estreno de El caballero oscuro en un cine de Denver y asesinó a 12 personas.

Esa cruz acaba de caerle a Fernando J. López, antiguo profesor de instituto y escritor de novelas, finalista del Premio Nadal en 2010 gracias La edad de la ira (Destino), el libro que aparece ahora en la trama del triple crimen de Elche del martes pasado. El estudiante que asesinó a su madre, su padre y su hermano después de una discusión por sus malas notas había leído La edad de la ira como parte de su programa educativo en el Instituto Periodista Vicente Verdú de Elche, según ha publicado el diario Información.

Como la novela es una indagación en un parricidio, es inevitable trazar una relación que, además, está en la agenda informativa. La edad de la ira, que además de novela, es desde hace años una obra de teatro adaptada para La Joven Compañía (el espectáculo pasó por Elche), estrenará su versión de televisión el miércoles en una serie producida por Atresmedia.

Un resumen: La edad de la ira parte de un periodista que indaga en un crimen incomprensible. Un adolescente aparentemente bien integrado asesina a su padre y deja malherido a su hermano. El crimen parece una manifestación de lo caprichoso de un mal puro, incondicionado. Pero la investigación del periodista empieza a encontrar fuentes para aquel brote de furia.

Primero, el fracaso escolar. No el fracaso particular del asesino, sino el del sistema, lastrado por la abulia de muchos profesores, no todos. Segundo, la brutalidad adolescente, la presión sobre el distinto. López, nacido en 1977 y adolescente en los 90, ha explicado que uno de sus propósitos al escribir La edad de la ira fue explicar que la violencia de aquella época nunca desapareció; sólo encontró nuevas vías para expresarse. La homofobia, la xenofobia, la crueldad hacia el desvalido... Nada que no se haya vivido en cualquier centro de bachillerato.

El relato de La edad de la ira estaba basado en un collage de testimonios, de voces que iban construyendo un retrato amplísimo del niño parricida. También en lo que había habido de noble en su vida: la amistad, la intimidad... No había, al final del camino, una conclusión absolutoria, condenatoria ni reconfortante, sólo un reflejo de la complejidad humana. Incluidos sus instintos destructivos.

La edad de la ira tenía un valor moral en un sentido muy moderno. Hablaba de la soledad de los débiles, de la incomprensión del sistema hacia los individuos y de la persistencia de prejuicios que parecían de otra época. El crimen de Elche será, en adelante, su negativo.

 

Fuente: ElMundo.es

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