El morocho trascienden generaciones y siguen siendo testimonio vivo de la riqueza cultural del Ecuador.
El morocho, una emblemática bebida caliente de Ecuador, tiene sus raíces en la época prehispánica, cuando las comunidades andinas utilizaban el maíz morocho, un grano blanco y duro, para preparar versiones simples que servían como sustento y reconforte. Con la llegada de los españoles, esta tradición evolucionó al incorporar ingredientes como leche, canela, pasas y panela, fusionando la cocina indígena con la colonial y dando origen a la receta mestiza que conocemos hoy.
Originaria de la Sierra ecuatoriana, su preparación se popularizó en los hogares y, con el tiempo, se extendió a mercados y puestos callejeros, especialmente en ciudades como Guayaquil, donde se convirtió en un símbolo de interculturalidad. Hace aproximadamente 40 años, su presencia en el comercio informal impulsó su fama, transformándola en una bebida espesa y dulce que se disfruta caliente, a menudo acompañada de pan o empanadas, como un ritual que une tradición y sabor.
INGREDIENTES:
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250 g de morocho (maíz partido)
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1 litro de leche entera
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½ taza de azúcar (ajustar al gusto)
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1 rama de canela
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1 clavo de olor
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50 g de pasas (opcional)
Preparación:
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Lave el morocho y déjelo remojar en agua toda la noche.
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Hiérvalo hasta que esté blando.
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Añada la leche, el azúcar, la canela y el clavo, cocinando a fuego lento hasta espesar.
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Incorpore las pasas para darle un matiz frutal.
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Sirva caliente, en taza grande, espolvoreado con un toque de canela en polvo.
Recomendación del chef: Ideal como merienda o acompañamiento de conversaciones familiares, el morocho adquiere un carácter especial si se prepara con leche fresca de campo. Una variante moderna es añadirle un ligero toque de vainilla o coco rallado.
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