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Mundo Animal

El regreso del "LOBO TERRIBLE"

La ciencia desafía a la extinción y resucita a uno de los depredadores más icónicos del Pleistoceno

En un rincón no revelado de Norteamérica, protegido por 809 hectáreas de territorio cercado y bajo el constante escrutinio de cámaras, drones y expertos, tres criaturas que jamás deberíamos haber vuelto a ver aúllan bajo la luna. Se llaman Rómulo, Remo y Khaleesi. No son producto de la imaginación fantástica de George R. R. Martin ni retoños digitales de la serie Game of Thrones, sino los primeros ejemplares vivos de Aenocyon dirus, el mítico lobo terrible, resucitado por la ciencia tras más de 12.500 años extinto.

El anuncio, hecho por Colossal Biosciences, una empresa biotecnológica con sede en Dallas, ha estremecido tanto al mundo científico como al imaginario colectivo. Con el respaldo de al menos 435 millones de dólares en financiación, la compañía fundada en 2021 por el empresario visionario Ben Lamm y el renombrado genetista George Church, ha logrado lo que hasta hace poco era dominio exclusivo de la ciencia ficción: traer de vuelta a la vida una especie extinguida, inaugurando así lo que ellos llaman la era de la “desextinción”.

Una resurrección genética

El proceso ha sido tan complejo como fascinante. Utilizando fragmentos de ADN extraídos de un diente de 13.000 años y un cráneo de 72.000, los científicos ensamblaron el genoma completo del lobo terrible, diferenciándolo de sus parientes vivos —lobos grises, chacales y zorros— mediante una meticulosa comparación genética.

Posteriormente, mediante la tecnología CRISPR, editaron las células madre de un lobo gris moderno, alterando 14 genes clave relacionados con rasgos fenotípicos del lobo terrible: pelaje espeso, cabeza ancha, mayor tamaño y una mandíbula imponente. Las células editadas fueron clonadas y sus núcleos transferidos a óvulos donantes vacíos, que luego fueron implantados en perras comunes para la gestación interespecífica. Así, nacieron Rómulo y Remo el 1 de octubre de 2024, seguidos por Khaleesi el 30 de enero de 2025.

Aunque genéticamente son un 99,9% lobos grises, los animales presentan una fisonomía y comportamiento sorprendentemente fiel a su antecesor extinto. Con apenas seis meses de edad, ya miden más de un metro veinte y pesan cerca de 35 kilogramos. Su aspecto y su rechazo instintivo a los humanos evocan al legendario depredador del Pleistoceno, y algunos expertos, como el profesor Love Dalén, asesor de Colossal, consideran que estos ejemplares representan auténticamente al fenotipo del lobo terrible.

Ciencia, mito y controversia

Más allá de la proeza científica, esta hazaña resucita antiguos debates filosóficos y éticos. ¿Hasta qué punto un organismo con genes editados puede considerarse un verdadero representante de su especie ancestral? ¿Y qué rol podrían desempeñar estos “neolobos” en un ecosistema que ha evolucionado durante milenios sin ellos?

Christopher Preston, profesor de filosofía ambiental en la Universidad de Montana, advierte que el regreso de una especie extinta no garantiza su integración armónica con el entorno actual. “Es difícil imaginar que los lobos terribles sean liberados para cumplir una función ecológica”, comenta. Además, señala que el enfoque de Colossal, aunque cuidadoso, aún no responde a la gran interrogante: ¿para qué resucitamos a estos animales?

La compañía defiende su visión a largo plazo. La tecnología desarrollada no solo tiene un valor simbólico, sino también práctico. Según la empresa, las técnicas aplicadas al lobo terrible han sido fundamentales para lograr un nuevo método de clonación menos invasivo, ya utilizado para reproducir camadas de lobos rojos, una de las especies más amenazadas del planeta.

Entre el coloso del pasado y el futuro de la vida

Colossal Biosciences no se detiene aquí. Entre sus proyectos más ambiciosos se encuentran la resurrección del mamut lanudo, el dodo y el tigre de Tasmania, figuras icónicas que, como el lobo terrible, representan tanto una pérdida ecológica como un símbolo cultural. Si su predicción se cumple, veremos crías de mamuts caminando sobre la tundra en 2028.

Mientras tanto, el mundo contempla con asombro —y no poca inquietud— las primeras imágenes de Rómulo, Remo y Khaleesi, compartidas en redes sociales con una mezcla de orgullo y reverencia. “Estás escuchando el primer aullido de un lobo gigante de más de 10.000 años”, escribieron junto a un breve video, que ya se perfila como uno de los documentos científicos más impactantes de la década.

En esta intersección entre tecnología, paleogenética y sueños antiguos, la humanidad parece haberse atrevido a reescribir las leyes de la naturaleza. Si esto representa el inicio de una nueva era o una advertencia disfrazada de prodigio, solo el tiempo —y los aullidos del pasado— lo dirán.

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