El lenguaje es la esencia de la identidad humana, un puente invisible que conecta culturas, historias y generaciones. Más allá del dominio indiscutible del inglés, existen otras lenguas que también logran unir a millones de personas a través de palabras, sonidos y símbolos compartidos.

De acuerdo con datos recientes del portal Ethnologue, el inglés continúa liderando como el idioma más hablado a nivel mundial, con más de 1.400 millones de hablantes entre nativos y quienes lo han aprendido como segunda lengua. Sin embargo, el listado revela tres protagonistas que lo siguen de cerca, confirmando su poder cultural y demográfico: el chino mandarín, el hindi y el español.

El chino mandarín comparte con el inglés un récord imponente: ambos superan los 1.200 millones de hablantes, consolidándose como lenguas globales. En la siguiente línea, el hindi y el español alcanzan cifras cercanas a los 600 millones de hablantes, lo que sitúa a la lengua de Cervantes como una de las más influyentes del planeta.

El Gobierno de México estima que hoy existen cerca de 7.000 lenguas vivas en el mundo, aunque apenas 28 son habladas por más de 50 millones de personas. La advertencia es clara: cerca del 43 % de esas lenguas se encuentran en peligro de extinción, lo que evidencia la fragilidad y, al mismo tiempo, la riqueza de nuestro patrimonio lingüístico.

Pero aprender un idioma no siempre es un reto imposible. Según Berlitz y otras escuelas de lenguas, para los hispanohablantes los más accesibles son el italiano, el portugués y el francés, por sus raíces latinas compartidas con el español. Estas lenguas resultan cercanas, familiares y en muchos casos mutuamente comprensibles.

El inglés, en cambio, se ha convertido en el idioma dominante no solo por su simplicidad relativa, sino también por su rol en los negocios, la tecnología, la ciencia y el entretenimiento global. Las películas, series y música lo han transformado en una lengua universal, que todos, de una u otra forma, terminamos aprendiendo.

En un mundo interconectado, los idiomas no son solo herramientas de comunicación: son llaves que abren culturas, identidades y nuevas formas de entender el planeta. Y en esa danza global de palabras, el español se mantiene con fuerza, confirmando que sigue siendo mucho más que una lengua: es un legado vivo que crece con cada generación.